En la década de los 80, Riley Ben King, alias B.B. King
(Blues Boy King), llegaba a hacer 250 galas por año. Pero eso llegó después de
un duro camino lleno de dificultades: la segregación racial, el rechazo de la
propia comunidad negra por el blues como un estilo asociado al negro paleto y
sometido, así como la explotación de los sellos discográficos, por poner
algunos ejemplos.
El pequeño Riley, nacido en 1925, huérfano a los 9 años,
empieza a trabajar de aparcero precoz al mismo tiempo que destaca en el coro de
la iglesia baptista de su pueblo. Comienza en pequeños grupos locales de góspel
hasta que se echa la guitarra a la espalda y se marcha a Memphis en busca de su
primo, Bukka White, su primer maestro a la guitarra. Maestro a la guitarra con
un slide brutal que B.B. nunca llego a dominar y a cambio desarrolla ese vibrato, y , gracias a la amplificación de la guitarra, es capaz de sostener el tono
antes de esa sucesión de arpegios en descenso que le caracterizan. Luego
vendría la luz de la mano de T-Bone Walker, Lonnie Johnson o Charlie Christian.
Lo demás forma parte escencial de la historia de la música popular. En los libros de
textos de la escuela, cuando, de pasada, se habla de la música afroamericana,
siempre aparece la típica foto de Mr. King, con su traje a lo “Big Band” y su
inseparable Lucille, algo impensable para un músico de blues teniendo en cuenta
que sus abuelos fueron esclavos en alguna plantación.
No voy a entra en tópicos tras su irreparable pérdida, su
discografía imprescindible habla por sí sola. Aquí están los esenciales para
mí:
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The Blues/ Singing The Blues/ Let’s
Do The Booggie/ My Sweet Little Angel: Todos grabados en ACE records son obras
maestras indiscutibles. Sí,
has oido bien, ¡IM-PRES-CIN-DI-BLES! El rey se gana su puesto con creces,
desarrolla un estilo propio que acabarían imitando 3 de cada 4 guitarristas de
blues (sin importar su color). De esta época que abarca la década de los años
50 son temas que sostienen por sí mismo cualquier repertorio de blues que se
precie. Ahí están su “Three O’clock Blues”, “You Upset My
Baby”, “Woke Up This Morning”, o, uno de mis favoritas “Cryin’ Won’t Help You”.
Una época llena de éxito
en las lista de blues y Rhythm Blues de la época. Icono sexual, showman, dj de
éxito…tiempos de gloria absoluta.
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Live
At The Regal. Hasta 1965, han pasado muchas cosas. Nuestro hombre, harto de que
le sangren en Ace, se pasa a ABC records que lo quieren convertir en un
cantante de baladas y góspel. El blues decae progresivamente en la década de
los 60 pero nuestro rey consigue la que para mí es su auténtica y definitiva
obra maestra. Un encendido disco en directo en el que te trasladas a una
auténtica sala de blues, una grabación sin aditivos, en la que te codeas con el
público y te ensordecen los gritos de las féminas desbocadas deseosas de ocupar
un sillón en el harén de su majestad. Si quieres elegir un solo disco del rey,
es éste. Flípalo en el arranque de “Every Day”, o en las alucinantes
interpretaciones de “Sweet Little Angel” y “Woke Up This Morning”.
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Live
And Well. Terminando la década, sobre el 69 y unido, inevitablemente, al
estupendo “Completely Well” (de hecho se venden en formato doble). Es el salto
definitivo desde las listas negras (en las que ya es otra vez número uno) a las
listas de pop (donde con “Thrill Is Gone” llega al top 15). Se busca a un
productor de rock, Bill Szymczyck, manager de los Eagles, y entra en los
carteles y festivales masivos. Predomina un blues más eléctrico, con
supermúsicos de sesión, arreglos orquestales y calenturientas incursiones en el
funky.
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Indianola
Mississippi Seeds. En 1970 graba uno de sus mejores discos en estudio, o al menos un disco imprescindible si lo que quieres es completar tu discoteca de
esta década. Soul sureño y colaboraciones propias de una estrella del pop:
Carole King, Leon Russel, Joe Walsh…
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L.
A. Midnight. Anterior a éste te puedes apuntar otro de sus directos
imprescindibles, “Live In Cook County Jail”. Seguimos en los 70, en concreto
1972, y este disco es más de lo mismo, pero muy bueno, con imaginativa
revisiones de clásicos, arreglos sorprendentes de metales e invitados de lujo:
Taj Mahal, Jessie Davis, Joe Walsh…Otro acierto hacia el renacimiento de su
reinado.
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BB
King & Bobby Bland: Together To The First Time (1974) y Together Again
(1976) son dos auténtico trallazos de aterciopelado blues soul donde impacta la
compenetración de dos artistas que repiten más por el placer de estar juntos
que por el recibimiento de éstos en
aquellos años. Las revisiones de temas clásicos cantados (más bien dialogados)
por ambos titanes te hacen olvidar por momentos sus grabaciones originales.
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There Is Always One More Time (1991).
¿Qué hizo BB en la década
de los 80? Dar conciertos como un loco, sacar discos con revisiones constantes
de sus temas, colaborar con estrellas del pop y pasear a Lucille por todos los
festivales de blues y jazz del globo. Y no es mal disco este del 91 en el que
lucen temas de Doc Pomus y explota su lado más crooner. No se le podía pedir
más, a estas alturas, ¿quién podría aspirar a su trono? Fueron años duros para
el blues ¿y cuándo no?
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Blues
In The Bayou. Otra joya de la corona. Este es uno de esos discos que te puedes
poner en cualquier momento si tras un mal día quieres dar un giro de 180
grados. Es posiblemente su mejor momento personal, sin las apreturas
comerciales de los 80 y tras una serie de discos de duetos que le reportan la
seguridad económica de por vida, nos deja esta obra maestra en el 98. El
emocionante arranque con “Blues Boys Tune” es uno de los momentos más importantes de la historia del blues del siglo pasado.
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Riding
With The King. En las puertas del siglo XXI tenemos un King notable y maduro
con el que todos quieren tocar. No podía faltar el disco con uno de sus mayores
herederos, Eric Clapton. Cuando BB King luchaba por un sitio en el estrecho
universo de las seis cuerdas, “manolenta” era ya millonario habiendo declarado
su admiración e influencia de Riley. El disco no aporta mucho, correcto y
agradable de escuchar, y eso en BB es más que suficiente para recomendarlo. Por
cierto que Clapton está muy previsible y rendido a los pies de su “majestad”, se le nota.
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One
Kind of Favor. Es su despedida (a la espera de que saquen, con casi toda
seguridad su disco póstumo) en el estudio. Y es una obra maestra absoluta. Un
disco con una producción excelente del señor T-Bone Burnett en el que versiona
una colección de temas ajenos de tipos como John Lee Hooker, Lonnie Johnson,
Howlin’ Wolf o Big Bill Broonzy. Rinde tributo a sus raíces, es una
reivindicación, desde la humildad y el talento a todos los “reyes”, a los que
merecieron esa gloria de la que él disfrutó (algunos casi se asomaron). El
disco es una delicia y de obligada escucha en su carrera. La foto de la portada
de Riley mirando al Mississippi es una maravilla, más bien es una mirada a su vida,
a la historia del blues. Es posible que su enfermedad (sufría diabetes desde
hace décadas), no le haya permitido meterse en el estudio con demasiada
frecuencia (en los últimos años abusó de sus magníficos directos); pienso que
con productores como Burnett podría habernos dado en esta última década unas
cuantas obras maestras más. Descanse en paz por siempre y que allí donde esté
no le falte una guitarra.
3 comentarios:
Que gran resumen. Me va perfecto para reintroducirme en su discografia. Un abrazo,
Y después de esto solamente me queda reconocer lo inculto que soy a nivel de blues a pesar de ser un género que me encanta. Solamente tengo un recopilatorio de B.B.King y algún que otro recopilatorio o live que habré escuchado. El mejor homenaje que he leído sobre el maestro que nos ha dejado, como te lo digo. Abrazo.
Me tome mi tiempo como un duelo personal hacia esta partida y escuche por primera ves un disco de BB noventero como el "Blues In The Bayou" y coincido ciento por ciento contigo de que es un album como para pelear codo a codo con lo mejor de su carrera . Un abrazo y gran homenaje te has echado
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