Segunda
entrega de este extraordinario dúo a rebufo del éxito del premiado Get Up! de 2013 que además se coló en
las listas de éxitos de ventas en aquel año. Si el mencionado disco tuvo la
unanimidad del público y la crítica esta segunda parte no se va a quedar atrás.
La propuesta era bien sencilla, lideraba Ben Harper y Charlie Musselwhite
subrayaba cada tema con toques al harmónica de innegable calidad. Ambos músicos
que se conocieron haciendo colaboraciones en uno de los últimos discos de John
Lee Hooker y ahí sellaron una fructífera amistad de la que supongo que se habrá
beneficiado Musselwhite, artista más que venerado y conocido en el mundo del
blues y con cierta fama dentro del mundo del pop por sus gloriosas
colaboraciones con Tom Waits. Doy gracias a la vida por haber tenido la oportunidad
de ver a este músico en directo en un concierto de más de dos horas allá por
los años noventa que me marcó a fuego. De este disco no esperes sorpresas, es
una clara secuela del anterior, eso sí, exquisito y con momentos de innegable
epifanía. La producción es simple, muy física, sin excesos instrumentales y con
una selección de temas excelentes; blues, folk, rock, riffs abrasivos en un
tono góspel que también domina el señor Harper. De la unión de estos monstruos
sale uno de los temas del año, “Movin’ On”, un prodigioso blues rock compuesto
por Harper y donde Musselwhite se explaya a gusto (mucho cuidado que este harmonicista
es inmenso y aquí esta genial pero a un 60% de lo que es capaz de hacer en
cualquier disco en solitario). Y son capaces de poner pelos de puntas en el
peligroso mundo de las baladas a mayor gloria de su deidad Otis Redding, donde
Musselwhitte se toma un respiro. Pero no se cortan cuando hay que apretar
clavijas y ponerse burros como en “The Bottle Wins Again” un blues pesado en la
línea del pelotazo con el que abre el disco “When I Go”. Si la santidad se
puede alcanzar a través de la música, el tema que da título al disco, “No Mercy
In This Land”, podría ser un medio
idóneo, un himno inmediato para expiar culpas y enfrentarnos al horror diario
de este mundo atroz. Empiezan una gira juntos y tendrán fechas en España que
deberían de ser de penitencia obligada.
viernes, 30 de marzo de 2018
jueves, 8 de marzo de 2018
SUE FOLEY: THE ICE QUEEN (2018)
Definitivamente está siendo el
disco que más estoy escuchando en lo que llevo de año. Sue Foley, con una
docena de discos en solitario, deja patente que en este “The Ice Queen” es más
que una consagración en su carrera; estamos ante uno de los mejores discos de
música americana del momento. Y no voy a entrar en comparaciones, las más
fáciles serían Lucinda Willimas, Susan Tadeshi o la enorme Bonnie Raitt. Sue
patenta un estilo propio, un dominio del género americano con sobresaliente
habilidad para el blues. Un blues que no aburre, sin perderse en la obsesiva
búsqueda de las raíces como marca de autenticidad. En la Reina de Hielo hay una
consolidada fuerza por las guitarras, la música negra, el rock and roll, blues
fronterizo e historias que se cuentan en barras de bar a altas horas pasada la
media noche. Devuelven favores gentes como Billy Gibbons, Charlie Sexton,
Jimmie Vaughan con los que monta sus propios bolos y mantiene grupos
alternativos con los que da gira en plan guitar hero. No va a sorprender ese inicio para los
familiarizados con sus discos, ”Come To Me”, un arreglo inicial que parte de
las enseñanzas del maestro B. Diddley, con ese slide irresistible del que fuera
asalariado del mismísimo Dylan, Charlie Sexton. Le sigue el tema más “lucinda”,
es algo que solo puedes grabar en Austin con un buen puñado de amigos con los
que además compartes horas en una cantina, se trata de “81”. El rock más
clásico llega de mano de “Run”, dando buena cuenta del dominio de su
Telecaster, de la cual se declara militante y exhibe en todas y cada una de las
fotos del disco. Se arrastra por el blues que da nombre al disco, “The Ice
Queen”, sobrenombre que no le hace justicia cuando afronta un solo de esos que
van directo a la epidermis. Mención especial merece el mejor tema del disco, “The
Lucky Ones”, tocada a la limón con el thundebird
Jimmie Vaughan, de estribillo pegadizo y melodía adictiva. El cruce de guitarras,
con todos mis respetos, se convierte en una lucha de igual a igual. Entramos en
modo soul con “Gaslight”, un momento culmen del disco en el que su voz vuela
con todas las limitaciones de una nativa de Ottawa frente al sonido Memphis que
nace de unos vientos de infarto. ¿Están los ZZTOP sobrevalorados? ¿Cuánto debe
Billy Gibbons a su imagen y a los vídeos de la MTV? Bueno eso da igual, el
dueto en “Fool’s Good” es de tal emotividad que aceleraría el deshielo de la
Antártida con cada escucha. Se saca increíbles arreglos de vientos a cargo de
los Texas Horn en “I Have Forsaken You” que me trae a la cabeza tenores del
nivel de Bobby “blue” Band. El cover de Bessie Smith “Send Me to The Electric
Chair” da un respiro divertido al disco, políticamente incorrecto en tiempos de
odio pero genial para reventar una pista en un cobertizo de una zona rural al
sur de Lousiana, “Por favor señor juez mándeme a la silla eléctrica porque
corté el cuello de mi hombre y no me importó”. Dejamos momentos de gran calado
para el final del disco, con la balada “Death Of Dream” que nos introduce en un
plano acústico cercano al jazz en su progresión del que sale airosa hasta
tocando guitarra de palo. Guitarra acústica que será el denominador común en
los dos temas siguientes, una tonada con clara influencia hispana y una
magnífica versión del “Cannonball Blues” de la Carter Family. Desde Ottawa,
Canadá, grabando en Austin, este “The Ice Queen” de Sue Foley es una joya de
principio a fin.
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