martes, 22 de septiembre de 2015

KEITH RICHARDS: CROSSEYED HEART (2015)


Keith Richards tiene la edad de mi padre.  Sin embargo desconoce la existencia del que es uno de los guitarristas más influyentes en la historia del rock ando roll, en todo caso, mi padre,  podría afirmar la existencia de los Rolling Stones, sin ahondar más en el tema, por propia elección. Cuando miro las fotos actuales del con justicia llamado riff humano, descubro que aparenta más edad que mi viejo, salvo por la dentadura prestada de anciano rico que esgrime en la portada del disco. El tiempo debe haber pasado como una exhalación por los ojos de Richards. Vivir bajos los cánones y principios morales del rock debe acelerar el tiempo una enormidad, tanto que hace que las arrugas se agarren a lo que sea para parar atrapar un minutos más. Es la realidad que eligen muchos de sus contemporáneos musicales, frente a una alternativa tan atractiva para el resto de los mortales como podría ser tocar en pequeños locales de blues por la cara y quedarse en casa reuniendo la mayor colección de discos de jazz de la historia. No podemos culparle de ese miedo al paso de los días, no después de enterrar a su enésimo amigo de juerga , el gran Bobby Keys.
Así llega este “Crosseyed Heart” de 2015, su tercer disco tras veintitrés años desde el “Main Offender”. Llega ante una prensa, física y virtual, dispuesta a darle estopa por todos lados, como corresponde. Porque podrían quedarme sin espacio para dar una lista de trabajos y artistas contemporáneos que están grabando trabajos más interesante que el satánico guitarrista. Él los sabe, seguro, pero le importa un pito. Esto –paradojas de la vida- le permite hacer lo que quiere, sin mirar atrás, con la confianza justa y la prepotencia que necesita un artista para crear temas cojonudos como es “Lover’s Plea” con el que cierra el disco.
Y es que el último disco de Keith Richards es cojonudo, que sí hombre que lo tienes que escuchar, que se lo debemos. Te cuento.
El arranque  con el blues “Crosseyed Heart” es el acto más sincero que ha hecho en estas dos décadas, fuera y dentro de los Stones.  Cuando dice que “amo mi azúcar pero amo mi miel también” me gana, y me predispone, lo confieso. Todos andamos un poco bizcos; son tiempos estrábicos. El blues por otra parte es un pequeño homenaje (de poco menos de dos minutos) a mentores de la talla del bluesman Big Bill Broonzy que hoy sería millonario si estuviese vivo para cobrar todos los royaltis que le daría las versiones que se han hecho de su “Key To The Highway”. La asociación con Steve Jordan, el batería y coproductor del disco, viene de lejos, de allá del Dirty Work, en el que Jagger-Richards intentaron cargarse al bueno de Charley Watts. La labor del músico es estupenda, en “Heart Stopper” encontramos ese clásico tema que se ajusta a la perezosa voz de Richards, esas guitarras cruzadas –bizcas-, esos coros que salvan el tema cuando más lo necesita, excelentemente arreglado, impecable cuando dice “Todo el mundo quiere un pedazo, un pedazo mío”, lógicamente. En la misma línea está el siguiente tema, “Amnesia”, el sólo es suyo,  tiene pellizco, no lo puedo negar. Acierta en esa asociación con Larry Campbel l (Parsons on my mind) , la pedal  Steel envuelve la balada “Robbed Blind”, otro acierto pleno, aunque ese tipo de balada la lleva repitiendo desde el “Steel Wheel”.  El siguiente tema es “Trouble” conocido porque es el adelanto, ¿cómo no te puede gustar? Duelo de guitarras, riff infinitos, coros…
”Love Overdue” , es reggae, ya estaba tardando. Todos sabemos de la admiración que profesa a los músicos jamaicanos, en esta ocasión al que es considerado como uno de los mejores y más elegantes compositores del género, Gregory Isaacs. “Tú sabes que ellos me ven como un halcón, sabes que me ven como un tiburón, pero no consiguen nada de mí”, “Nothing On Me”, otro tema con el sello de la casa que da paso a “Suspicious”, el más flojo del disco, prescindible. “Blues In The Morning” es un tema obvio, y maravilloso al mismo tiempo. Un blues de esos que te rememoran en la distancia al Exilio y además suena el saxo tenor de Bobby Keys, enorme.  No baja el nivel con “Something for Nothing”,  otro tesoro, la guitarra de Waddy Wachtel hace el contrapunto como si fuese un clon de Ron Wood sereno. Echo de menos a Ron y se podría haber estirado con Mick Taylor. El disco se engrandece por momentos. Y aunque la balada “Illusion” no presagie nada nuevo, la inclusión de  Norah Jones da un toque de luz. Aquí las guitarras son de Keith Richards en su totalidad, ésta se me queda corta. “He estado tirado en bares con un montón de estrellas fugaces y todas me aburren”,  “Just A Gift”  es otro punto para el corazón, pero con ese country arrastrado que es “Goodnight Irene”,  original de Leadbelly, alcanza su mejor rendimiento vocal, excepcional, un tema para cerrar bares. “Substantial Damage” es ese tema hard funky que llevan los Stones intentando que les cuadre hace siglos; bien por los músicos que son enormes y se nota la improvisación, destellos en las manos de Richards, hay que estar atento que el slide de Waddy Wachtel se lo come. Hemos completado el círculo con la antes señalada  “Lovers Plea”, cojonuda con despliegue de metales finales.
Ya está. Ha sido fácil y he disfrutado escribiendo este post como no lo hacía hace tiempo. Me gusta “Crosseyed Heart “, y acabaré escuchándolo más que cualquier otro disco de este año, incluso más que algunos que me parecen estupendos y olvidaré con el tiempo. Quizás sea hora de que se lo ponga a mi padre y le explique quién es Keith Richards, de una vez.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

BARRENCE WHITFIELD & THE SAVAGES:UNDER THE SAVAGE SKY


Reconozco que me llena de pereza el hecho de volver a la actividad al blog, y no es por falta de estímulo musical. Me acomodo en en el papel de espectador de otros blogs, revistas, y medios digitales que te ponen al día. Es sorprendente el trabajo que se despliega en algunos medios, diariamente, semanalmente; la calidad en la redacción y el conocimiento musical es abrumador en muchos casos. Por eso espacio cada vez más mis entradas y acumulo algún que otro tesorillo musical que no acabo de volcar por desidia. Pero cuando llega lo incuestionable, cuando la calidad está garantizada por el talento descomunal, cuando hago hueco en la estantería de mis clásicos; no lo puedo evitar. Y aquí están otra vez, Barrence Whitfield & The Savages, con su garage rock de toda la vida, con esa energía que despliega el señor Whitfield que parece que se ha comido a Little Richard, Howlin' Wolf y Don Covay juntos. Su antecesor, el magnífico "Dig Thy Savage Soul", es primo hermano de este "Under The Savage Sky", siempre con la guitarra de Peter Greenberg, leyenda viva del garage de este siglo y el pasado, que además produce como si se hubiese licenciado en los estudios de Sun Records en Memphis, y no olvidemos esa fuerza descomunal del saxo de TomQuartulli. Por gustar me gusta hasta la portada, puro homenaje a los "Pájaros" del gran Alfred Hitchcock. El solitario riff de Greenberg en el tema de salida, "Willow", lo dice todo, es puro garage y, ¿es ésta la gran guitarra del rock primitivo de nuestros días?. Pero tiene su réplica por parte de Barrance en el grito inicial de "I'm a fool groove man" que se come todos los arreglos de vientos con hachazos de falsete magistrales. "The Claw" puede competir en el último disco de The Sonics y "Rock And Roll Baby" es un tema olvidado en cualquier recopilación clásica del rock de los 50s, incontenible rompepistas. "Adjunct Street" es baladón y exhibición de los músicos principales de la banda."The Wolf Pack" es el tema del disco, mi tema, mi Howlin' Wolf revivido, ¡auuuuuuh!. "Bad News Perfume" y "I'm a good man"  clases magistrales de rockabilly salvaje. Y si el soul es lo tuyo, ya vas bien servido en todo el disco, pero te puedes quedar con uno de los mejores temas negros de este año, "Full Moon In The Daylight". No pierdas la fe, aquí está el gran Barrence Whitfield para salvarnos del "salvaje cielo" que nos acecha.