Recupero un disco fundamental, de un grupo que no cuenta con la popularidad que debería, que se merece por su discografía editada y nivel de innovación dentro de cauces asociados a estilos más tradicionales. GravelRoad definen su música como “Psicodelta”, tratando de ubicar su blues más primigenio en aquellos derroteros donde los normal se altera hasta conseguir experiencias que llegan a superar lo que se capta de manera inmediata por los sentidos, pasando más a ser una experiencia subjetiva que tendrá que ver, supongo, con aquello que llaman “el alma”. Pues eso, esto es un disco como la copa de un pino, el mejor de su carrera, con un grado de accesibilidad mayor pero sin perder un ápice de autenticidad. La intervención de Jack Endino se notó. Ahora confirmo mis sospechas: lo mucho que el blues tuvo de protagonismo en la explosión grunge de los 90. Y es que hay un aire en los temas de este trabajo del 2016 de GravelRoad que se solapan con otros de aquellos años, casi borrados de nuestras discotecas, que reinaban desde Seattle, ciudad natal de la banda en cuestión. Pero ese inicio del disco con “Capitol Hill Country Blues” quedará para mí como el tema de ese año, un tema en la mejor línea de los North Mississippi de los hermanos Dickinson; brutal desarrollo del sonido delta, cruces de guitarras afiladas y la monotonía abrasiva del raw blues que extraen de maestros como R.L. Burnside o T Model Ford (con el que grabaron su último disco). Esto que te digo de la mano de Endino queda muy patente en temas como “Come and Gone” y “Back Yard” que no desentonan para nada y reafirman al blues como los que digo siempre, la madre de todas las músicas. Sí los extinguidos Canned Heat gozaran de una oportunidad en el mundo de los vivos verían hecho realidad su grito de guerra don’t forget to boogie, “Rabbit Run” es una obra maestra absoluta del género y que me lleva la magnífica noche que viví este verano con los Guadalupe Plata, nuestros maestros locales del hill billy campero; ellos como los Graves saben dar la emoción necesaria a un tema, lo suben y lo bajan, lo paran y lo desbaratan como nadie. Y como los Guadalupe, siempre guardan temas instrumentales en la recámara como el brillante “Green Lungs”. Queda ese homenaje final a los grandes maestros antes nombrados en formato acústico con “I Feel High” que me da que pensar en cómo sonaría hoy en día gente como Missisisppi Fred Mc Dowell, seguro que reventarían un monster of rock.
Otros discos en la misma línea que te pueden interesar:
North Mississippi AllStars: Hill Country Revue.
Grabado en directo, un disco intergeneracional , una auténtico “fathers
and sons” que monta en el escenario a la familia Dickinson, Burnside y a la
banda de Otha Turner. Además aparece por ahí el mismsimo Chris Robinson.
Frenético y descomunal, obra maestra. Envida infinita de los que estuvieron
físicamente allí.
R.L. Burnside: Burnside on Burnside. Otro directo del genio de Harmontown. Un bluesman que nace en los años 20 y que triunfa en el siglo XXI. Él es la inspiración de todos y un ejemplo de vida y coherencia personal. No puedes dejar de escuchar este disco por muchas razones, pero de manera especial quédate con la guitarra de Kenny Brown, inspirado hasta el infinito capaz de hacer volar al maestro en sus clásicos como Miss Maybelle o Shake em on down.
T-Model Ford and GravelRoad: Taledragger. Otro cruce de viejos y jóvenes, aunque ya lo hacen en un formato más acústico y casi superior en inspiración a éste con “The Ladies Man”, aquí lo hace desde el lado más rock de los de Seattle. Un disco eléctrico, casi en un tono de heavy blues metal, donde el maestro, tocado por una enfermedad respiratoria que lo lleva a la tumba tres años después (esa tumba que visitaron los Guadalupe Plata y que fue portada de su mejor disco) manda y gana la partida a una vida poco generosa que solo le permitió ganar algunos dólares en su última década de existencia.
20 Miles: I’m Lucky Guy. Hay que remontarse a 1999, el año en que se edita esta obra maestra definitiva de blues garage. John Bauer, el segundo a bordo de la Jon Spencer Blues Explosion, emprende esta una carrera alternativa con su hermano que le lleva a ser pionero absoluto en eso de los dúos guitarra y batería en la que triunfaron más tarde gente con White Strype o Black Keys. Un disco que podría estar grabado en el local de ensayo por su cercanía y calidez, temas que beben con maestría de Fred McDowell con ese matiz punk y de no sofisticación que lo convierte en un clásico absoluto. Uno de los discos que más me han llegado en mi vida, mi confirmación en el lado más extremo del rythm blues.
Mississippi Fred MacDowell: I Do Not Play No Rock ‘n’ Roll. No puede faltar, hay que rendirse ante él. Si ves alguno de sus vídeos en youtube vislumbras lo que viene luego, entiendes como bandas como NMAS, Left Lane Cruiser, Smoestack Relics, Daddy Long Legs, Black Eyed Snakes, Scott H. Biram, James Leg, Soledad Brothers, Dex Romweber, Black Diamond Heavies, Possessed By Paul James y un largo etc se hayan decantado por este estilo. En este disco se acompaña por una batería, cosa que es innecesaria por su contundente forma de tocar. Es una estupenda grabación con un eco de ultratumba que te riza el pelo desde la primera escucha.