viernes, 14 de octubre de 2016

LUKE WINSLOW KING: I'M GLAD TROUBLE DON'T LAST ALWAYS

Los acontecimientos traumáticos que tienen lugar en la vida de muchos artistas han dado lugar a estupendos discos, y, digámoslo así, dolorosos de digerir por lo duro de las vivencias (dos ejemplos recientes lo tenemos en las últimas obras de Nick Cave y David Bowie, esta última traumática hasta para nosotros mismos). Ni mucho menos las experiencias últimas de Mr King son comparable a la de los artistas nombrados, pero sí son claras detonantes para disfrutar de uno de los discos más exquisitos que se han editado en lo que llevamos de años. Tras la separación de su esposa, percusionista y vocalista de en su propio grupo, y los problemas con las drogas que lo llevaron a la cárcel, ha parido su mejor disco por el momento, donde vuelve a esa magnífica fusión de blues, folk, jazz,  cocinado al mismo ritmo que se haría un buen guiso de gumbo con gambas en su querida New Orleans. Con una vertiente más eléctrica, una banda más agresiva y canciones que rompen con el perfil de chico bueno que nos presentaba en sus disco anteriores consigue  hilar sobre las bases fundamentales de las raíces de la música americana un disco notable y de amble escucha. Arranca en "On My Way" con un elemento familiar y que domina a la perfección, un solo de "slide guitar", heredado de su querido Blind Willie Johnson, para adentrarse en ese góspel de lo más molón, que sólo podría hacer un blanco sin caer en el ridículo. "I'm Glad Trouble Don't Last Always" es su grito de guerra en el disco, una manera de mandar al carajo todos los problemas que vienen y quedan por venir y lo hace al golpe de su espectacular slide que se ensalza en un duelo con el resto de la banda, el chico bueno nos enseña su lado más "oscuro". Nunca le pierde la sonrisa a la vida a pesar de que en "Change Your Mind" se percibe el agrio sabor de la derrota y el rencor, si cambias podríamos empezar de nuevo, en referencia directa a la que hasta ahora fue su chica y mano derecha en lides musicales. "Heartsick Blues" es esa recreación del folk de preguerra, es esa canción que habla de la frialdad de la distancia, de la imposible reconciliación tras el dolor, blues por su tristeza que no por su estructura en sí. Qué bien se explica la desesperación con el blues, en ese estilo propio de la rumba  nos planta "Esther Please" muy cercano al clásico de Howlin' Wolf "Killin' Floor". Otro de los temas estrellas, "Watch Me Go", insiste sobre lo mismo y que nadie dude del carácter conceptual del disco; impresionante hammond de acompañamiento y pelos de punta con el bottleneck marca de la casa. "Act Like You Love Me" despierta el lado irónico, haz como si me quisieras y úsame, ahora tenemos a Luke haciendo de un Ray Charles pálido, espectacular, este tema no se ha podido grabar si no es con todos lo músicos a la vez en la pecera. Quizás, como en todo el amargo proceso de separación donde suele llevarse uno grandes decepciones con las personas, su única salida haya sido la propia ciudad de la que se enamoró una vez por accidente, Louosiana (cuentan que tuvo que pasar días en ella ya que en un concierto le robaron todas la pertenencias); a ella le dedica el magnífico "Louisiana Blues" de Muddy Waters. Esperanzador final con ese "No More Crying Today", casi reggae mezclado con un inmenso soul nacido de la  fusión de todas la culturas que puedan entrar por los siglos y siglos en la cabeza de este músico colosal, y lección final magistral de slide. Un disco que a servido de tabla de salvación a Luke Winslow King, y del que hemos salido ganando los demás, así de jodida es la vida.