La canción supera al personaje, al intérprete. Y eso es mucho decir. Hablamos de Screamin’ Jay Hawkins, todo un espectáculo dentro y fuera del escenario. Su vida es tan increíble que si no fuera por su música podríamos decir que estamos delante de un farsante. Si quieres saber algo más de él echa un vistazo en este enlace. No habría espacio suficiente en este blog para hablar de obras y milagros de este tipo tan singular, pionero en muchos sentidos en el mundo del rock. Estamos pues, delante de un temazo. Una canción única en su desarrollo y estructura, con un dramatismo vocal sin precedente. “I put spell on you” (te he puesto o te he lanzado un hechizo) fue grabada hacia el 1955 y, lo que empezó en una balada de blues, se convirtió con el tiempo en un tema desesperado por el amor no correspondido que destilaba sensualidad, desesperación, satanismo...hasta canibalismo según la crítica de aquellos años (estuvo prohibida en muchas emisoras).
La batería, el saxo y el piano al unísono. El solo de saxo en el minuto 1,15 es un prodigio del rock. No conozco un tipo que haya cantado cada frase de una canción sin repetirse. Cada verso es una aventura en Screamin’ Jay. Uno está sumido en una tensión constante a lo largo del tema. Tensión que se vuelve en temor en el minuto 1.39 cuando escuchas al “lunático” que se ríe. Sin antes deseabas que esa mujer realmente se enamorara de él, ahora temes por ella. Ha perdido la cabeza por amor, ese amor no trae nada bueno detrás. De verdad que, hoy en día sigue sobrecogiéndome cuando le escucho en el minuto 1.58 decir de manera entrecortada I-don’t-care-if-you-no-want-me…
Supongo que este tema, éxito claro no solo en las listas negras, que con el tiempo acaba convirtiéndose en un clásico del rock, fue muy simbólico dentro de la comunidad afroamericana. De manera que la genial, aunque también seria y recatada Nina Simone lo recupera y, en 1965, hace una auténtica obra de arte que sólo confirma la grandeza que por sí sola tiene la canción.
Quizás la belleza de la composición y la interpretación de la Simone no tiene el dramatismo de la de nuestro héroe, pero, es muy posible, que buscara quitarle el histrionismo y el efecto humorístico que tiene los excesos de Screamin Jay Hawkins. Eso del “negrito” haciendo partirse a los culos blancos no iba con el compromiso social que Nina abanderó en todo su carrera.
Desde luego que hay que esperar a la revalorización del tema que consigue uno de los mejores grupos de la historia, la Creedence Clear Water Revival. En este tema la aportación de John Fogerty a la voz y a la guitarra es tan notoria que el tema pasa a ser casi de su propiedad. Recupera el dramatismo y gana, se sobredimensiona.
Esto ocurre en 1968, y no es por quitarle mérito a los “vaqueros” de Fogerty y compañía, pero los Animals, en 1966, ya habían hecho una versión que seguro que no dejó indiferente al bueno de J. Fogerty.
Hay otras versiones del tema, incluso del mismo Jay (una con Keith Richards a lo funky que es una auténtica parida y una réplica, You Put Spell On Me). Pero el original tiene algo diferente; aquí están resumidas pasiones ocultas, obsesiones enfermizas y mucha, mucha serie B. Es la banda sonora perfecta a mi colección de comics de “The Tomb of Dracula” y de otras gaitas en las que paso el tiempo. En honor a Screamin Jay Hawkins: I PUT SPELL ON YOU, JA JA JA ...
La batería, el saxo y el piano al unísono. El solo de saxo en el minuto 1,15 es un prodigio del rock. No conozco un tipo que haya cantado cada frase de una canción sin repetirse. Cada verso es una aventura en Screamin’ Jay. Uno está sumido en una tensión constante a lo largo del tema. Tensión que se vuelve en temor en el minuto 1.39 cuando escuchas al “lunático” que se ríe. Sin antes deseabas que esa mujer realmente se enamorara de él, ahora temes por ella. Ha perdido la cabeza por amor, ese amor no trae nada bueno detrás. De verdad que, hoy en día sigue sobrecogiéndome cuando le escucho en el minuto 1.58 decir de manera entrecortada I-don’t-care-if-you-no-want-me…
Supongo que este tema, éxito claro no solo en las listas negras, que con el tiempo acaba convirtiéndose en un clásico del rock, fue muy simbólico dentro de la comunidad afroamericana. De manera que la genial, aunque también seria y recatada Nina Simone lo recupera y, en 1965, hace una auténtica obra de arte que sólo confirma la grandeza que por sí sola tiene la canción.
Quizás la belleza de la composición y la interpretación de la Simone no tiene el dramatismo de la de nuestro héroe, pero, es muy posible, que buscara quitarle el histrionismo y el efecto humorístico que tiene los excesos de Screamin Jay Hawkins. Eso del “negrito” haciendo partirse a los culos blancos no iba con el compromiso social que Nina abanderó en todo su carrera.
Desde luego que hay que esperar a la revalorización del tema que consigue uno de los mejores grupos de la historia, la Creedence Clear Water Revival. En este tema la aportación de John Fogerty a la voz y a la guitarra es tan notoria que el tema pasa a ser casi de su propiedad. Recupera el dramatismo y gana, se sobredimensiona.
Esto ocurre en 1968, y no es por quitarle mérito a los “vaqueros” de Fogerty y compañía, pero los Animals, en 1966, ya habían hecho una versión que seguro que no dejó indiferente al bueno de J. Fogerty.
Hay otras versiones del tema, incluso del mismo Jay (una con Keith Richards a lo funky que es una auténtica parida y una réplica, You Put Spell On Me). Pero el original tiene algo diferente; aquí están resumidas pasiones ocultas, obsesiones enfermizas y mucha, mucha serie B. Es la banda sonora perfecta a mi colección de comics de “The Tomb of Dracula” y de otras gaitas en las que paso el tiempo. En honor a Screamin Jay Hawkins: I PUT SPELL ON YOU, JA JA JA ...
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