De los mejores descubrimientos del año pasado está Anders Osborne, guitarrista sueco pero acomodado en el sonido negro más "swamp" y centrado, físcamente y musicalmente hablando, en el corazón del estado de Luisiana. Lleva sancando discos desde el 89 y su forma de tocar la guitarra tiene todo lo que admiro en un guitarrista, pero sobre todo la sensación de que lo hace con el corazón. Su último disco "American Patchwork", tiene una mejor definción del sonido que busca. Fiel a la Fender Stratocaster, es capaz de arrancar con con un fingerpickin de lo más clásico y adentrarse en caminos más ácidos tipo Hendrix. Ha producido, en el 2012, uno de los mejores disco del año pasado, el de Johnny Sansone: Lord is waiting and Devil is too. Verlo en directo tiene que ser un placer, ¡ojo! no lleva bajo, se acompaña de con una tuba y batería.
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