Sí, hay que animarse. Últimamente me he dejado llevar por venenosos efluvios anclados en tradiciones con mensajes adulterados de falsa felicidad. Una vez repuesto, parece que el año no va a ser malo: esperamos con impaciencia lo último de Lucinda Williams y en cine, el maestro Clint Eastwood está a punto de estrenar. Y por supuesto, el blues.
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