miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡ OH-OH-OH-OOOOH !


Reconozco lo poco que me gustan estas fechas, teniendo en mi adolescencia un odio casi enfermizo por todo lo que rodea a las mismas. Con la edad he ido sublimando ese sentimiento por una ansiedad controlada que cuenta los días para que pasen rápidamente. No he entendido por qué cuando públicamente decía esto la gente me miraba con asombro –todos contra el bicho raro- y deseosos de apartarme de su camino. Cenas y almuerzos obligados, iconos importados vacios de contenido y con clara intención comercial y otras manifestaciones típicas, me producían una repulsión inmediata. Desarrollé cierto complejo de inferioridad, ya que llegué a pensar que era un tipo oscuro y ofuscado incapaz de disfrutar de los placeres de la vida. Además empecé a generalizar esta repulsión a otras fechas similares (véase cualquier calendario a mano). Ahora estoy en otra etapa de mi vida que me condiciona y hace que me esfuerce razonablemente con los demás, pero me alegra que sea por los demás, por ésos que todavía creen y a los que quiero, a mi me la suda, sinceramente y con todos mis respetos.

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