Si algo tienen los americanos, los de USA, es el cuidado con el que tratan sus raíces culturales -que definitivamente tienen poco de suyas- , hasta el punto que no escatiman en crear entidades públicas que las defiendan y la promocionen. Existe, además, dentro del ámbito académico, auténticos estudiosos que pueden alcanzar el prestigio que cualquier científico en busca de la vacuna milagrosa llegaría a tener. Esto es extensible a la música, acordaros de las andanzas del gran Alan Lomax, ese etnomusicólogo que descubrió al gran Muddy Waters en un porche de Clarksdale. Es ese concepto el que alberga que su música más tradicional sea capaz de copar listas de discos más vendidos dentro y fuera del país, eso y que saben venderlo muy bien. Así el folclore que sustenta esa raíz musical es la que sirve de base para la música popular y comercial de este siglo y el pasado. Todo esto porque cuando cae en mis manos este disco inmenso quedo maravillado por el elenco de músicos que los sustenta y por una increíble producción bajo el auspicio del Virginia Folklife Program reperesentado por el músico y productor Jon Lohman, que además toca la armónica en el disco. Los músicos que son la base fundamental del disco, son los maravillosos Rob Ickes (brutal en el dobro, no he escuchado nada igual en mi vida, lo juro), Sammy Shellor (éste toca el banjo como dios, creando una base rítmica que sustenta todo lo que vas a escuchar en este disco) y la increíble aportación del violinista David Van Deventer ( me tendría que transportar a los 70's, a los discos y colaboraciones de Don Sugarcane Harris, para encontrar una cosa igual). Delante de este muro de sonido, imponente de verdad te lo digo, Sherman Holmes, superviviente de los Holmes Brothers, a sus setenta y pico años ha grabado el mejor disco de música negra del año, un compendio de gospel, rock y bluegrass que te pone el en cielo del principio al final. Adueñándose de un cancionero de vértigo que bascula desde los más tradicional (himnos folky como Rock of Ages) a temas archiconocidos del repertorio más popular (Don't Do It de Marvin Gaye o Green River de Forgety). No se tratan de simples acercamientos a estas canciones, son reinvenciones con una presencia instrumental imponente, los solos de Rob Ickes justifican su continua nominación a los premios Grammy y las constantes apariciones de coros soportados por vocalistas de la escena local gospel hacen de este álbum una joya imprescindible que si hubiese arriesgado con temas propios estaríamos delante de uno de los grandes momentos de la historia de la música negra afroamericana.
1 comentario:
Ojala sigan permaneciendo esos "cuidadores" para mantener a rayas a tantos profanadores .
Por cierto este disco me lo apunto por ser ferviente admirador de los legendarios Holmes Brothers. Aunque por lo que dices que adopta otras lineas musicales ,su increíble voz sigue intacta .Saludos y buena semana
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