Requisitos para leer la siguiente entrada: agenciarse una buena botella de tequila y afinar tu guitarra en sol abierto.
Para hablar de la obra del californiano Ry Cooder hay que tener una más que respetable lente de ojo de pez que pueda abarcar la amplitud de estilos que ha desarrollado, sus numerosas colaboraciones con otros artistas y su importante legado a otro arte como ha sido el de las bandas sonoras de películas. De todas sus facetas, la más notable, es indudablemente el gran legado que nos está dejando con sus trabajos en solitario. Más de una docena de discos desde los 70, con una última época en la que destaca con fuerza el mensaje y la vuelta a las raíces. Sirva esta primera incursión para poner al día una obra musical que sobrepasa el notable alto de media y que no debería faltar en tu colección.
1. Ry Cooder (1970). En apenas media hora Ry expone credenciales básicas que van a inspirar su obra: todo empieza con el blues, las canciones tienen que decir algo, es la guitarra el instrumento a través del que se expresa mejor y el estilo "slide" o "bottleneck" imprime el dramatismo que necesita para conectar con el público. Su voz es solvente pero entiende que mejorable, por eso en este caso como en casi todos cuenta con apoyo necesario que le permita demostrar su valía a la guitarra, mandolina o al bajo; para ello se asocia a los coros con la vocalista de color Gloria Jones (la que fue novia del dinosaurio del glam, Marc Bolan). Su gran cotización como músico entre el resto le permite hacer un disco sin ataduras, sin vista comercial y que hoy suena estupendamente, actual y muy coincidente con la obra que otros artistas contemporáneos pretenden en pleno siglo XXI. El comienzo del disco con una versión de un viejo tema del no menos viejo bluesman Tommy Tucker, "Alimony", presenta a un Ry deseoso de actualizar el blues más añejo, una buena sección rítmica con músicos reputados de grupos como International Submarine Band, Flying Burritos, Little Feat, Mothers Of Invention..No rehúye de lo eléctrico, no pierde la ocasión de presentarse como un músico identificado con el rock de los 70. Le sigue un tema poco conocido hasta ese momento de un bluesman imprescindible y recientemente rescatado por el sello Fat Possum, "France Chance", con la guitarra slide y la mandolina como base fundamental. La revisión de "One Meatball", un tema de Hy Zaret (Unchained Melody), es una de las joyas de la corona, un tema folk sobre la pobreza convertido en un clásico con unos estupendos arreglos de cuerda y la genialidad de Cooder a la guitarra slide. Woody Guthrie es un espejo donde hasta la actualidad sigue mirándose nuestro amigo; el tema en cuestión "Do-Re-Mi", mi favorito del disco, alegre, orquestado y cantado como si un Ray Davis curtido en las tabernas de Laredo se tratase. Este tema es imprescindible en sus directos, al que acompaña sabiamente el Flaco Jiménez, otro imprescindible. La relación de Ry Cooder con Randy Newman hace que me estremezca delante de la pantalla del ordenador y pide a gritos dedicarle un post que le haga debida justicia; el tema que elige de este genio es "My Old Kectucky Home", en la más pura tradición country rock. La preocupación de Ry Cooder por el débil, por el que menos tiene es evidente, y más teniendo en cuenta que de esos colectivos ha nacido una riqueza musical que ha servido de base para la música contemporánea, de ahí saca este viejo tema del folky de Blind Alfred Reed, "How Can a Poor Man Stand Such Times and Live?", pura protest song. El respiro llega de la instrumental "Avalaible Space", único tema firmado por Ry. Sonidos New Orleans, con esos típicos vientos para un tema de Leadbelly, el inquietante "Pigmeat". Nadie como el bluesman Arthur Blake para el ragtime, de él elige un temazo que refleja la miseria y la mala suerte del rechazado, "Police Dog Blues". En la tumba del bluesman John Estes hay escrito un epitafio que dice "...ya no voy a tener que preocuparme más del pobre John". El pobre John Estes es uno de los mejores bluesman de la historia, con unas letras que le hacen alcanzar la categoría de poeta, la versión de "Going to Brownsville" con mandolina y guitarra eléctrica podría haber figurado en un bonus track del stoniano "Exile...". El disco se cierra con uno de esos temas que engrandecen a la humanidad, "Dark Is The Night" del ciego Willie Johnson, en la versión de Ry Cooder es para que el viejo Johnson se remueva de orgullo en su tumba.
2. Into The Purple Valley (1971). El siguiente paso no deja a lugar a dudas; él va a lo suyo y nos vuelve a deleitar con versiones redondas de temas tradicionales maravillosamente arreglados; "How Can You Keep Moving (Unless You Migrate Too)" tema folky sobre el tema de la emigarción; "Billy The Kid", personaje insalvable sobre las leyendas del viejo oeste que traían al sistema de cabeza, siempre osados, aventureros y defensores de la libertad; mandolinas y guitarras para esta maravilla. Desconozco al tal Jesse Stone, pero la versión de Cooder de su "Money Honey" me trae claros aires de los Stones de Sticky Fingers y Exile y está claro que este tipo le cambio la vida al bueno de Kiz Richards. No es la primera vez que Ry le dedica un tema a un presidente, para bien o para mal, esta vez elige una versión de un calypso de un tal Fitz Mclean dedicado a Roosevelt, "FDR in Trinidad". "Teardrops Will Fall" es un bonito tema con aires soul, que no enseña un lado amble y romántico que no deja de tener ese aire country soterrado y de himno de taberna. Un viejo tema góspel con renovada ímpetu y originales arreglos de George Washignton Phillps (?) nos devuelve al Cooder tradicional, en busca de las raíces; curioso tema religioso este que escoge, donde se impone lo espiritual todas las enseñanzas del hombre. "On Monday" es un tema de ese monstro del folk blues que fue el eterno preso Leadbelly, otro poeta negro renovado por nuestro amigo con su sublime slide. En su recorrido por el cancionero tradicional no se iba a olvidar de Cash, de él interpreta "Hey, Porter" de cuando Johnny Cash estuvo sirviendo en el ejército de USA. La siguiente recuperación es de un músico del trópico llamdo Joseph Spence, en plan instrumental un tema que alcanza aires de pieza de música clásica en las prodigiosas manos de Cooder, "Great Dream from Heaven"."Taxes on the Farmer Feeds Us All" es una maravilla de tema country folk electrificado, alabanzas al "granjero que nos alimenta a todos". Broche de oro con Guthrie y su "Vigilante Man", el pueblo unido contra el opresor.
3. Boomer's Story (1972). Es el tercer capítulo de una trilogía perfecta, intachable y que pasa por una de las mejores cartas de presentación de un músico en la historia del rock. Gente como Jim Dickinson y Dan Penn se unen a la fiesta. Gran inicio de guitarra eléctrica que habla de trenes que atraviesan el país y chicas olvidadas en "Boomer's Story". La revisión eléctrica que hace del tema de Skip James, "Cherry Ball Blues" alcanza niveles magistrales que engrandecen al viejo músico negro, muerto en el olvido. "Crow Black Chicken" es un típico tema a lo Honky Tonk donde se mueve de manera ágil y efectiva, no me canso de escucharlo, tiene todo esas músicas por las que pierdo el norte. Vuelta a la mandolina, a los magníficos arreglos de piano y vientos que se van sumando en "Ax Sweet Mama", otra vez del bluesman John Estes. "Maria Elena" es una magnífica tonada mexicana que anticipa el gran homenaje que hará al país vecino durante toda su obra. Uno de los mejores temas de este trilogía es el de la versión de un tema que canta James Carr y que compone Dan Penn, "The Dark End Of The Street" y que da paso a la bella historia de "Rally 'Round the Flag", ecos de tristeza de la derrota Sureña en la guerra civil con Randy Newman al piano. "Comin' in on a Wing and a Prayer" y "President Kennedy" siguen la línea marcada de folk blues tradicional construidas bajo un muro de mandolinas y guitarras slide que hacen de este disco mi favorito de la trilogía. "Good Morning Mr. Railroad Man" es el tema de cierre de un disco donde, de manera especial brilla los arreglos de piano de Jim Dickinson.
Por sí solo estos discos podrían encumbrar la historia de nuestro hombre, pero ahí no se queda la cosa. Le sigue un periodo de apertura musical donde reinventa la tradición musical norteamericana, con algunos altibajos, algunas obras muy notables y con una recuperación final digna de los mejores, pero esa es otra historia.
5 comentarios:
Ya me olía algo Antonio al ver ayer el Borderline como disco a recuperar ; magnífica recuperación a la que me sumo muy interesado , soy fan fan de de Cooder desde muy jovencico ; seguiré con mucho interés esta serie porque sé tu pasión por este prestidigitador de carrera casi inabarcable si tenemos en cuenta sus innumerables colaboraciones ( siempre dando su toque de pristina calidad ) y su propia discografía ; lo que lamento es que me pille en un momento de estrés total y sin tiempo para nada porque me encantaría poder interactuar y aportar ( poco desde luego , tu precisión quirúrgica deja poco resquicio ) algún comentario ; comentario que sería siempre desde la perspectiva de admiracíon por Ry Cooder , por tanto fragmentario y penosamente subjetivo .
Deja la aguja caer en sus surcos y dale caña Antonio ; ha empezado muy bien...
Un Abrazo !
si te soy sincero creo que solamente he escuchado algo del segundo, es un artista que lo tengo muy poco controlado, voy a darle caña al primero, si es preciso con tequila acompañando. Abrazo.
supremo Ry, supremo serial! Abrazo
Ya tengo el tequila, ya he puesto el primero de los discos. Mi favorito de esta trilogía es que dónde esta Newman por algún lado . Mi escritor favorito sin duda. El segundo de Newman es la perfecta continuación del primero de Cooder. DE las colaboraciones entre Newman y Cooder y que podrían ser un buen bonus para su primer disco me encanta el GONE DEAD TRAIN que luego Cooder utilizó para el primer disco de los Crazy Horse de Neil Young ( mejor la versión de Newman que aparece en la box set de este con la guitarra de Cooder que se sale) y Don´t Run Our Happy Home de la msima box . Seguire con impaciencia la historia
Reconozco que su estilo y su sonido son demasiado yankis para mí, pero de todos modos es uno de esos compositores que me agrada oir de vez en cuando aunque sea en pequeñas dosis: hay verdad en lo que hace, e incluso en las bandas sonoras en las que aparece (sí, "París, Texas" no sería lo mismo sin él).
Yo lo he visto siempre con un artesano sin presunciones, contento con su universo, con ser él mismo. Y eso es más de lo que pueden decir muchos.
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