Según la mitología mexicana oficial, Aztlán fue una isla o islote primigenio y punto de partida de los aztecas, representado como una isla en un lago.
Una isla en un lago fue la Sala Custom (antes sala Q) en ese desierto de música que es Sevilla, ciudad de la “gracia y el salero” y que hace muchos años que vive (o muere) de espaldas al Rock, con la actuación de la banda californiana “Los Lobos”.
Lección magistral de música americana la que dieron los “cuates” naturales de los ángeles y con raíces en inmigrantes mejicanos. En su música queda claro la pluralidad y tolerancia con la música. Y no le mueven el mensaje social (que también lo hay en sus letras), le mueven su amor por la música: rock, rocabilly, blues, cumbias, rancheras, soul…Todo hecho a un nivel que los conviertes en lo que son “unos clásicos viventes”.
Es total el dominio sobre las tablas; la simpatía del extrovertido César Rosas (a la guitarras Gibson, 335 y SG, además de voz) y la carismática distancia de David Hidalgo (Telecaster, voz solista, acordeon y lástima que no toco el violín) son las claves fundamentales del grupo que cumple los 35 años de carrera y éxito. Atrás quedan dos docenas de discos entre los cuales pueden encontrarse unas diez obras maestras de la historia de la música.
Obvio y potente inicio con “Good Morning Aztlán”, uno de sus mejores temas en uno de sus mejores discos. Tras varios temas de genuino rock and roll (casi rockabilly, entre ellos "Evangeline", empiezan a llegar los temas más hispanos “Cumbia raza”, “Yo canto” y, el poco pero escogido público de la sala (un centenar aprox.) se viene arriba. Le sigue algún tema de su último sensacional disco (Tin Can Trust), como es el caso de “On Main Street”. Sin duda uno de los puntos álgidos es la versión de R. Valens, “C’mon Let’s Go”. Aquí la voz de David Hidalgo suena con el timbre de los rockers de los 50’s y demuestra su buen estado de forma. A mitad de concierto una jam mezclando dos versiones “Papa was a Rollin’ Stone” de The Temptations y “Oye como va” de Santana, sin palabras. Y a pesar de un sonido que sólo era aceptable de la mitad de la sala hacia atrás y de que Louie Pérez desapareciera en la mayor parte de la segunda mitad del concierto, el nivel iba en aumento y los clásicos caían uno tras otros hasta lo que la mayoría esperaba: “ La Bamba”. Una increíble versión que dejó al público k.o.
Y a pesar de que llevábamos casi dos horas de concierto, nos regalan un bis de tres temas “Volver”, “Más y Más” y la genial versión “What’s going up” de Marvin Gaye. Un final que resumía más de 50 años de música rock americana. En fin, todos contentos y de vuelta para casa aullando a la luz de la luna.
1 comentario:
¡Qué suerte, tío! Soy un gran fan de Los Lobos desde los ochenta. Aquí en Málaga no me enteré de nada si no hubiese ido. Por cierto, Málaga otro desierto de rock.
Publicar un comentario