jueves, 25 de octubre de 2018

LUKE WINSLOW KING: BLUE MESA


A pesar de los meses que lleva el disco en el mercado no puedo dejar semana sin darle una escucha al último disco de Luke Winslow King, Blue Mesa, un disco arrebatador de principio a fin, con esa etiqueta que lo identifica como uno de los músicos más interesantes y que han aportado algo nuevo al tan anquilosado mundo del blues o soul-blues donde se mueve con tanta elegancia y definición de estilo. Está en esa línea de artistas que cursan el campo de la Americana desde una perspectiva tan personal que creo identificar cualquier tema suyo a los pocos segundos de su inicio. Eso que te pasa cuando escuchas una canción de los primeros discos de Clapton (con el que veo muchos puntos en común), George Harrison o Hendrix, por poner ejemplos de artistas que llegaron a invadir al 100% la música con su personalidad.
            No es de extrañar por tanto que el propio estado de ánimo del artista deje su impronta en esta música tan arraigada en lo personal, ese estado de ánimo marcado por circunstancias personales más o menos jodidas que tienen su origen en el anterior disco I’m Glad Trouble Don’t Last Always del 2016; circunstancias que se resumen en la separación de su hasta entonces pareja artística y profesional, la dulce Esther Rose, que por un momento nos hacía presagiar lo peor, ya que por el momento el bagaje artístico de este hombre se resumía en cuatro esplendidos discos llenos de swing, blues, ragtime y mucho delta-blues en los que la voz de Esther servía de acento al dominio multinstrumental del músico. De esa separación sale la rabia, el talento y la declaración de intenciones de quien entiende la música como una necesidad para sobrevivir. Habría que ahorrarse decir que la historia de la música está plagada de obras maestras tras rupturas sentimentales para llenar varias estanterías. Y si en el anterior aprendimos que era un artista complejo, abierto y capaz de rodearse de músicos excelentes, en éste Blue Mesa lo rubrica y lo redondea porque ya el dolor no manda, ahora es la ilusión y la amistad con un músico excepcional al que tuve el placer de ver en su gira anterior, Roberto Luti, que lo convence para que grabe en su país de origen, Italia, y le ha aportado el calor que un disco de este nivel de sensibilidad necesita.
Ahí deja temas tan mayúsculos como come ese soul de You Got Mine, adornado levemente por coros y guitarras épicas; no deja lugar a dudas que su rollo va más allá de su personal forma de cantar con poco recorrido en matices y que se articula desde un atractivo susurro, y es capaz de ver el rock más sureño con soltura como en “Born To Roam”; trae blues farragoso de los pantanos con “Tought I Heard You” alcanzando un progresión homérica en lo instrumental; tiene ese sentido excepcional a la hora de construir medios tiempos con afinaciones abiertas que dejan ese toque Stone de los 70, en temas como “Blue Mesa”; insiste en esas melodías propias de las iglesias baptistas en las que se crío en el sur tras dejar su estado natal de Michigan como “Break Down The Walls”, tema que podría ser un descarte de su anterior disco; y también da puntadas con aires country como ese “Farewell Blues”, banda sonora perfecta para espantar las telarañas que arrastramos en esta vida de falsos apegos que nos hace creer erróneamente que cualquier ruptura es para peor. Ahora está de gira por España, si tienes la oportunidad no lo dejes escapar y me lo cuentas.

domingo, 23 de septiembre de 2018

CEDRIC BURNSIDE: BENTON COUNTY RELIC (2018)

Benton County Relic es el disco de blues que me saca de mi largo exilio. No hay manera de escapar del blues, y puedes dar mil rodeos porque a la vuelta de la esquina te espera en cualquier canción, en cualquier garito de mala muerte para recordarte lo pillado que estás de esta música del diablo. Cedric lo sabe, hijo y nieto de bluesmen. Siendo un pipiolo se topo con los hermanos Dickinson que babeaban con la música de su viejo, RL Burnside. Ellos le mostraron el camino, un camino al que estaba predestinado y que le hizo quitar rápidamente de su cuarto el poster de Public Enemy que lo presidía. Los discos de Cedric no han hecho otra cosa que ahondar en ese raw blues del que hizo gala su abuelo buscando rendijas por donde colarse para dejar una huella que le permita separarse del hill country blues que le persigue. Y en verdad te digo que este disco encumbra con mayúsculas todo lo andado anteriormente y hace gala de estar entre lo mejor del género. Benton County Relic tiene un acertado protagonismo vocal desde el principio de Cedric, que además delega baquetas -su instrumento inicial- en Brian Jay, excelente por otra parte. Los temas se enclavan en ese groove monocorde y primitivo del Mississippi más garrulo que te dice al mismo tiempo esto es funky, gospel y folk. Puedes bailar con " Let Your Groove On" sin reparos que para eso está hecho, te puedes romper la camisa escuchando "Don't Leave Me Girl" que podría ser un hit mundial en la tierra de los justos; puedes ser el rey de la fiesta pinchando a toda volumen "Ain't Gonna Take No Mess" dejando con un punto en la boca a todo rocker viviente. En "We Made It" se levanta con orgullo de su humilde origen manteniendo un groove que no te deja dudas de que estas en el siglo que estás y en "Typical Day" se enfrenta a la frase más repetida en la historia del blues ...I woke up in the morning...esa mañana que prometía a los esclavos pensar que hoy podría ser un día diferente. El tiempo pasa pero no para el diablo que supo elegir su banda sonora.

sábado, 5 de mayo de 2018

IAN SIEGAL: ALL THE RAGE (2018)


 
A penas un mes desde que salió el último disco del británico Ian Siegal y para mí su trabajo más interesante hasta el momento y no solo en el plano musical del que ya ha dado cuenta en trabajos anteriores. Hay un concepto general en la obra, como él mismo ha explicado en diversos medios, que la inunda la rabia y el hastío que produce el ver que estamos rodeados de líderes palurdos que toman decisiones que nos llevan inevitablemente hacia la autodestrucción, de ahí que se embarque en letras y composiciones oscuras con un claro matiz apocalíptico. El impacto que la música americana ha llegado a tener en Europa ha sido de tal calibre que en todas las épocas hemos podido exportar algún fenómeno, más de uno generalmente, que ha sido capaz de mirar por encima del hombro a los mismísimos inventores del cotarro llamado Americana. Este fenómeno en la actualidad es Ian Siegal, bluesman de nacimiento, pero algo más que eso si escuchamos su obra con detenimiento. Sus colaboraciones en discos anteriores con los hermanos Dickinson (North Mississippi All Stars), con vástagos de familias ilustres como los Burnside o Kimbrough han hecho de su nombre una referencia mundial. En este disco, además, mete de lleno a uno de los tipos que guarda con mayor celo la lleve de la americana que no es otro que Jimbo Mathus, interviniendo como productor. El rollo de Siegal es el blues, así lo certifica sendos tatuajes de sus ídolos, uno por brazo, que no son otros que Howlin’ Wolf y Muddy Waters. De Wolf tiene esos guiños extraordinarios en su magnífica voz y de Waters su slide lujurioso y desgarrador. De ahí en adelante échale lo que quieras porque yo en directo he visto versiones que van desde Chuck Berry a Warren Zevon.  


Todas las composiciones son de Siegal, en algunas colabora el grupo, fiel a su líder desde hace más de diez años y dos canciones enormes que escribe con Jimbo Mathus. Entre mis favoritas “Won’t Be Your Shotgun Rider” bonito medio tiempo con aires fronterizos y una slide muy cercano a los primeros trabajos de Cooder; el enfoque latino que le da a algunos temas me trae a la cabeza al Willy DeVille más exitoso; es inevitable derretirse con un tema como “The Shit Hit” donde da buena cuenta de su inevitable vínculo con su admirado Muddy Waters, pocas guitarras he escuchado en la actualidad que se acerquen con esa emoción al típico slide de Mud; en “If I Live” hace lo mismo con su otro héroe, Howlin’ Wolf, inspirada descaradamente en Smokestack Lightning. El tema estrella para mí es “On-eyed King”, un tema que él mismo define como “a kind of a murder ballad” que se va a convertir en un clásico inmediato de su repertorio.
 

viernes, 30 de marzo de 2018

BEN HARPER Y CHARLIE MUSSELWHITE: NO MERCY IN THIS LAND (2018)




Segunda entrega de este extraordinario dúo a rebufo del éxito del premiado Get Up! de 2013 que además se coló en las listas de éxitos de ventas en aquel año. Si el mencionado disco tuvo la unanimidad del público y la crítica esta segunda parte no se va a quedar atrás. La propuesta era bien sencilla, lideraba Ben Harper y Charlie Musselwhite subrayaba cada tema con toques al harmónica de innegable calidad. Ambos músicos que se conocieron haciendo colaboraciones en uno de los últimos discos de John Lee Hooker y ahí sellaron una fructífera amistad de la que supongo que se habrá beneficiado Musselwhite, artista más que venerado y conocido en el mundo del blues y con cierta fama dentro del mundo del pop por sus gloriosas colaboraciones con Tom Waits. Doy gracias a la vida por haber tenido la oportunidad de ver a este músico en directo en un concierto de más de dos horas allá por los años noventa que me marcó a fuego. De este disco no esperes sorpresas, es una clara secuela del anterior, eso sí, exquisito y con momentos de innegable epifanía. La producción es simple, muy física, sin excesos instrumentales y con una selección de temas excelentes; blues, folk, rock, riffs abrasivos en un tono góspel que también domina el señor Harper. De la unión de estos monstruos sale uno de los temas del año, “Movin’ On”, un prodigioso blues rock compuesto por Harper y donde Musselwhite se explaya a gusto (mucho cuidado que este harmonicista es inmenso y aquí esta genial pero a un 60% de lo que es capaz de hacer en cualquier disco en solitario). Y son capaces de poner pelos de puntas en el peligroso mundo de las baladas a mayor gloria de su deidad Otis Redding, donde Musselwhitte se toma un respiro. Pero no se cortan cuando hay que apretar clavijas y ponerse burros como en “The Bottle Wins Again” un blues pesado en la línea del pelotazo con el que abre el disco “When I Go”. Si la santidad se puede alcanzar a través de la música, el tema que da título al disco, “No Mercy In This Land”,  podría ser un medio idóneo, un himno inmediato para expiar culpas y enfrentarnos al horror diario de este mundo atroz. Empiezan una gira juntos y tendrán fechas en España que deberían de ser de penitencia obligada.


jueves, 8 de marzo de 2018

SUE FOLEY: THE ICE QUEEN (2018)


Definitivamente está siendo el disco que más estoy escuchando en lo que llevo de año. Sue Foley, con una docena de discos en solitario, deja patente que en este “The Ice Queen” es más que una consagración en su carrera; estamos ante uno de los mejores discos de música americana del momento. Y no voy a entrar en comparaciones, las más fáciles serían Lucinda Willimas, Susan Tadeshi o la enorme Bonnie Raitt. Sue patenta un estilo propio, un dominio del género americano con sobresaliente habilidad para el blues. Un blues que no aburre, sin perderse en la obsesiva búsqueda de las raíces como marca de autenticidad. En la Reina de Hielo hay una consolidada fuerza por las guitarras, la música negra, el rock and roll, blues fronterizo e historias que se cuentan en barras de bar a altas horas pasada la media noche. Devuelven favores gentes como Billy Gibbons, Charlie Sexton, Jimmie Vaughan con los que monta sus propios bolos y mantiene grupos alternativos con los que da gira en plan guitar hero.  No va a sorprender ese inicio para los familiarizados con sus discos, ”Come To Me”, un arreglo inicial que parte de las enseñanzas del maestro B. Diddley, con ese slide irresistible del que fuera asalariado del mismísimo Dylan, Charlie Sexton. Le sigue el tema más “lucinda”, es algo que solo puedes grabar en Austin con un buen puñado de amigos con los que además compartes horas en una cantina, se trata de “81”. El rock más clásico llega de mano de “Run”, dando buena cuenta del dominio de su Telecaster, de la cual se declara militante y exhibe en todas y cada una de las fotos del disco. Se arrastra por el blues que da nombre al disco, “The Ice Queen”, sobrenombre que no le hace justicia cuando afronta un solo de esos que van directo a la epidermis. Mención especial merece el mejor tema del disco, “The Lucky Ones”, tocada a la limón con el thundebird Jimmie Vaughan, de estribillo pegadizo y melodía adictiva. El cruce de guitarras, con todos mis respetos, se convierte en una lucha de igual a igual. Entramos en modo soul con “Gaslight”, un momento culmen del disco en el que su voz vuela con todas las limitaciones de una nativa de Ottawa frente al sonido Memphis que nace de unos vientos de infarto. ¿Están los ZZTOP sobrevalorados? ¿Cuánto debe Billy Gibbons a su imagen y a los vídeos de la MTV? Bueno eso da igual, el dueto en “Fool’s Good” es de tal emotividad que aceleraría el deshielo de la Antártida con cada escucha. Se saca increíbles arreglos de vientos a cargo de los Texas Horn en “I Have Forsaken You” que me trae a la cabeza tenores del nivel de Bobby “blue” Band. El cover de Bessie Smith “Send Me to The Electric Chair” da un respiro divertido al disco, políticamente incorrecto en tiempos de odio pero genial para reventar una pista en un cobertizo de una zona rural al sur de Lousiana, “Por favor señor juez mándeme a la silla eléctrica porque corté el cuello de mi hombre y no me importó”. Dejamos momentos de gran calado para el final del disco, con la balada “Death Of Dream” que nos introduce en un plano acústico cercano al jazz en su progresión del que sale airosa hasta tocando guitarra de palo. Guitarra acústica que será el denominador común en los dos temas siguientes, una tonada con clara influencia hispana y una magnífica versión del “Cannonball Blues” de la Carter Family. Desde Ottawa, Canadá, grabando en Austin, este “The Ice Queen” de Sue Foley es una joya de principio a fin.




sábado, 10 de febrero de 2018

THE BUTTSHAKERS: SWEET REWARDS (2018)


 
Estos discípulos gabachos de James Brown ya demostraron su capacidad en su disco imprescindible del 2016  Night Shift y nos reafirmó como front-woman de infarto a Ciara Thompson. Un grupo, que para que te hagas a la idea podrían estar en esa línea donde se unen los californianos y reyes del punk-soul Bellrays y el testimonio sonoro que nos dejó nuestra llorada Sharon Jones y sus imbatibles Dap Kings. Y en este Sweet Rewards siguen con esas incursiones bestiales de garage y rythm blues que lo hacen tan atractivo. El arranque del disco con la elegante “Sweet Rewards” da a entender la evolución del grupo por ambientes un poco más complejos y arreglados que dan como lugar a un hit sobrado si éste fuera un mundo justo; anda en esa línea de soul sureño el tema “In The City” que no desentona con el anterior y que impresiona por una espectacular línea de bajo; “What You Say” entra en esa cara más conocida del grupo, tan salvaje y guitarrera, sujeta en este casos por una machacona base de irresistible funk; no creo que haya otro tema como “Weak Ends” que defina mejor al grupo y que Ciara domina con una voz rompedora al nivel de furia de la banda, en esa línea, con gran protagonismo de la guitarra está la increíble “Taxman”; se agradece esa parada en la psicodelia funk con el tema “Movin On”, genial y enriquecedora al repertorio del grupo; “Hypnotized” y “Trying Too Fool” van a romper las pistas en sus directos con esa agradecida intervención de coros femeninos como si de unas renacidas Ikettes se tratara; antes de llegar al final, donde rescata un himno para los directos ya escuchado en un EP del 2015, “Soul Kitchen”, Ciara nos regala un caramelo en clave más acústica y soul-pop que es “Roll Miss Roll”. Ahí queda un disco con diez perlas que dan de lleno en eso que dice el genio de Carolina del Norte, Lee Fields, de que en momento de crisis y pocos valores, solo músicas como el soul pueden enseñarnos el camino ya que nacen de la verdad y el dolor. Amén.

martes, 23 de enero de 2018

THE WHY OH WHYS (2018)


De principios de enero tiene fecha este artefacto sonoro que bebe del mejor punk rock made in Detroit. Vía Beluga records, que tienen en su catálogo auténticas maravillas dentro del garage y el punk contemporáneo. Entre las joyas que atesora el sello están discos de The Curse y King Mastino, más que recomendables del pasado 2017. El disco entra a la primera si en tu colección ocupa un lugar especial incunables como “Raw Power”, “Killer Up” o  la obra maestra “High Time” de los MC5. Sin olvidar, por supuesto, a sus vecinos Hellacopters de los cuales deben ser fans acérrimos. Desde luego que es imposible no acordarse de el señor Iggy Pop cuando cantan temas como “Big Mouth” o “Hoochie”, esas guitarras crudas y el sonido protopunk que derraman es un chute de energía del que andamos necesitados y que reivindico como referencia del mejor momento de rock de la historia: años 60-70 in The Motor City. No habiendo aprobado ningún examen de originalidad estamos delante de un bandón con una gran capacidad de componer canciones perfectamente ejecutadas, pegadizas como esa “Here She Comes” o la anfetamínica “Grimey” y qué decir de “Until the Day We Day”, a mayor gloria de sonidos muy cercanos a los inventados en su momento por Johnny Thunders y compañía. Buenísimo el debut de estos escandinavos de pura raza que me dan la razón cuando digo que es Suecia uno de los países que mejor han entendido lo que es el Rock and Roll.