sábado, 4 de octubre de 2014

NUEVE DÍAS CON LEONARD COHEN: 8. NACIDO ENCADENADO

Nací encadenado pero me sacaron de Egipto
me ataron a una carga, pero me liberaron de ella,
Oh, Señor, no puedo guardar este secreto por más tiempo.
Bendito sea tu nombre, tu nombre sea alabado.

Huí hacia las orillas de un poderoso mar de tristeza
perseguido por los jinetes de un régimen cruel y oscuro
Pero las aguas se abrieron y mi alma las cruzó
huyendo de Egipto, escapando del sueño del faraón.

Palabra de entre las palabras y medida de todas las cosas,
Bendito sea tu nombre, que tu nombre sea alabado.
Está escrito a fuego en mi corazón,
eso es lo único que sé,
no puedo deciros más.

Mi alma estaba inactiva hasta que escuché que podría serte de utilidad.
Te seguí muy de cerca, pero mi vida continuaba igual.
Pero fue entonces cuando me mostraste los lugares en los que te habían herido,
Te habían herido en cada átomo de tu cuerpo,
El Nombre se resquebrajó.

Estaba a solas en la carretera, tu amor era tan confuso...
y todos mis maestros me enseñaron que la culpa de eso era mía.
Pero acurrucado en brazos de una ilusión de los sentidos,
un dulce desconocimiento unificó el nombre.

Palabra de entre las palabras y medida de todas las cosas,
Bendito sea tu nombre, que tu nombre sea alabado.
Está escrito a fuego en mi corazón,
eso es lo único que sé,
no puedo deciros más.

He escuchado al alma desplegarse en los aposentos de su anhelo
y el licor más amargo la endulzó incluso en una taza destrozada
Ah, pero todas las escaleras de la noche se han desplomado
Solamente nos queda ahora la oscuridad para aliviar nuestro deseo.

Palabra de entre las palabras y medida de todas las cosas,
Bendito sea tu nombre, que tu nombre sea alabado.
Está escrito a fuego en mi corazón,
eso es lo único que sé,
no puedo deciros más.

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