domingo, 11 de marzo de 2012

EDU & LOLO: EL ENCUENTRO


La frecuente costumbre que tenemos los aficionados a la música de volcar en listas de “nosequé” la desmesura de datos que vamos acumulando (ver cualquier blog de música de la web y a continuación revisar la obra maestra de Hornby “Alta Fidelidad” )se convierte en odiosa cuando se trata de decidir de manera definitiva sobre la pericia de un músico con su instrumento. Estas listas, tan variables como gusto y carácter tenga el autor, en la mayoría de los casos con el peso añadido de incluir a clásicos obligados (ejemplo: a Jimi Hendrix, en la de los mejores guitarras; a Ciudadano Kane, en las mejores pelis)guste o no, sirven para entretener a miles de bloggers aburridos y para mejorar las tiradas de las principales revistas musicales. Existe una circunstancia que, en ocasiones, surge de manera azarosa que puede cambiar el diseño de cualquier lista y echar por tierra anteriores listas planteadas. Esto es un claro ejemplo de su poca fidelidad.
Lo mejor, en estos casos es iniciar la lista con una declaración de principios para que el interesado lector se haga una idea de por dónde van los tiros.
Sin duda, tema espinoso es la “de mejor guitarrista”; ya que la guitarra es, con toda seguridad, el instrumento de mayor consideración en el mundo del rock. Determinante con sus riffs y solos, de la calidad de muchos de las canciones consideradas clásicas en la historia del rock.
Sin embargo, sí existe un elemento común en todas las listas de guitarristas: la presencia unánime de músicos de blues; casi siempre, más de la mitad la forman guitarristas que han dedicado su carrera al blues de manera más o menos continua. De esto no tengo duda, no es posible que un guitarrista demuestre su valía sin haber pasado por la criba del blues; donde el músico ausente de técnica y florituras debe enfrentarse con la búsqueda del feeling o sentimiento que es de lo que se trata en definitiva: la música nos hace sentir.
Luego, no deberíamos dar más rodeos: un buen guitarrista lo encontraremos en el blues, en la esencia de la música rock, en la madre de todas las músicas. ¿Se podría hacer una lista de los mejores guitarristas y encontrarnos músicos ajenos al blues? No. Claro que no entran el flamenco y el jazz, eso no es rock, no desviemos el tema. Si entras en la web podrás reírte un poco con listas donde entran tipos respetables y más que admirables pero que no entran en el principio fundamental de la “piel de gallina” que me pones tocando el “Catfish blues”.
¿Qué pasa cuando hablamos de los mejores guitarristas españoles? Lo mismo. O sea, que nunca podría entrar en la lista los vegas, lapidos, urquijos de turno. Esto sin ofender a nadie, por supuesto.
Pero es indignante, que en muchos medios se siga insistiendo en este tema y se ponga a los anteriores como ejemplo del paradigma nacional guitarrista, ignorando a otros por moverse en el marginado mundo del blues. A esto voy ¿se puede tocar mejor la guitarra que lo que el otro vimos un reducido número de afortunados en bar El Encuentro de Morón de la Frontera? No. Tuvimos la suerte de disfrutar de un concierto habitual y excepcional: Edu Big Hands and The Whiskey Train (Madrid) que coincidieron con Lolo Ortega (Sevilla), ambos se marcaron un cruce de guitarras que dejó al público con la boca abierta. Puro sentimiento, pura improvisación al nivel de los grandes padres del blues. El concierto fue de una inspiración al alcance de pocos. Temas clásicos de blues: “I’m lonely Man” (Little Milton); “As Years Go Passing By” (Albert King); “Look On Yonder Wall” (Elmore James); Little by Little (Junior Wells). Si no disfrutas de músicos como éstos, está teniendo una visión muy sesgada de lo que es la música popular.


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